-

-

Y cómo vos no hay ninguna.


Su mirada se dirige por un segundo hacia más arriba, entonces ella ahí está, lo hipnotiza, lo obliga a seguir mirándola. Él no se niega, rápidamente se rinde a su maravillosa luz, se rinde ante su majestuosidad, ante el costado que muestra y ante los tantos otros que imagina.
Un canto dulce proveniente de la voz de una niña lo despierta, lo trae a la realidad. Mira a la pequeña  y puede percibir también su mirada. El colectivo no viene, no llega. Los ruidos y el humo del cigarro un poco lo marean.
El magnetismo lo atrae una vez más, ella sigue allá arriba esperando por su mirar. Se hunde en la profundidad de su belleza. Se funde con ella, se pierde en la inmensidad de la oscuridad  que la rodea. Se funde y ya no es él, ya no es nadie.

Una bocina lo saca del trance, el colectivo todavía no viene. Observa que hay más personas en la parada, aunque no sabe cómo ni cuándo llegaron.

Vuelve a ella, la nota un poco más baja y ahora un árbol, hasta ese instante inexistente para él, le tapa parcialmente la visión.

Percibe movimientos a su costado, observa hacia el otro lado de la calle, el colectivo viene. Sube lento, mientras lamenta profundamente no poder seguir contemplando a la Luna.

No hay comentarios:

Publicar un comentario