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Alucinógeno.


Perder la cordura
en una noche entre locuras
de la mano de la libertad.
Y soñar para volar
y volar para viajar
y asociarte al pecado,
desafiando a la muerte
con los ojitos dementes.
Los sentidos en la piel, los oídos 
y un vaivén de colores 
que aparecen y se desvanecen,
aparecen y se van.
Y sonidos que no dicen, y miradas que me ven
cuando el dolor es un placer
cuando el calor ya no se ve . . .

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